Según el centro médico dónde hayas realizado el tratamiento, tus betas y tus confirmaciones serán de un tipo u otro. En nuestro caso tuvimos mucha suerte, conseguimos entrar en listas de la Seguridad Social, y en menos de 4 meses ya estábamos iniciándonos en lo que pensamos que sería un laaaaarga tratamiento.
Desde aquí queremos agradecer al equipo sanitaria de la Unidad de Reproducción del Hospital Universitario del Marqués de Valdecilla por su trato, su paciencia y su trabajo. Aunque a nosotras no nos llegó a afectar, la única pega era que las consultas para el inicio y control de tratamientos, estaban al principio de un pasillo, y al final de este mismo los ecografos, así que una vez sentada en la sala de espera, sólo ves pasar por delante un montón de barrigonas sin saber si algún día lograrás la tuya.
He de decir que nuestro tratamiento fue realmente rápido y corto. Aunque a Mami durante las pruebas la detectaron un mioma en el cuello del útero que podría dificultar el proceso, fue intervenida rápidamente y se recuperó en menos de un mes. Comienzan los tratamientos con hormonas inyectadas, la cuenta de folículos, y todo el proceso que le sigue.
24 de enero, fin del tratamiento. Tras salir del hospital con ninguna esperanza de éxito, pero con la tranquilidad de ya saber cómo sería de nuevo el proceso para un segundo intento, nos vamos a casa y dejamos pasar los días hasta la agónica betaespera. Ya hemos hablado de cómo sobrelleva la terrible betaespera y no morir en el intento. Tras el positivo de los test caseros y de la matrona en el centro de salud, nos quedaba la confirmación de la ecografía en la Unidad de reproducción.

El paseo con los perros fue muy divertido y emocionante, aunque no hay comparación con lo que sentí unas horas más tarde. El camino hasta el hospital fue peligroso, nunca vi nevar tanto, y menos conduciendo. Una vez llegué y me senté en la sala de espera comenzaron los nervios, pero ya dentro de la consulta y tumbada en esa camilla, la calma volvió a mi. Y de pronto ahí estaba, la nieve en la ventana y tú en esa pantalla. Hasta ese momento todo era increíble, pero de pronto mi mundo tembló al compás de ti. Nunca escuché un corazón latir con tanta fuerza, nunca me sentí así, y nunca eché tanto de menos a tu madre a mi lado, pero fui feliz. Y desde entonces comencé a creer en ti y ahora solo sueño octubres.
Ese día obtuvimos nuestro alta de la Unidad de Reproducción Asistida, la confirmación de que Coco (cómo llamábamos al bebé antes de conocer su sexo) venía en camino y una felicidad y orgullo que aún no ha parado de crecer en nosotras.
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